Historia

El Harakiri y sus curiosidades

harakiriEl Harakiri y sus curiosidades

Hoy vamos a ver las curiosidades que rodean a éste ancestral método de suicidio, el Harakiri. Una forma de “limpiar” el honor que más de un político debería llevar a cabo en estos tiempos.

El harakiri es un ritual japonés de suicidio en el que un individuo se introduce una daga en las entrañas hasta producirse la muerte (más adelante veremos el procedimiento). Para los samuráis el harakiri era algo muy común en sus vidas, lo veían como una forma de morir con honor y gloria.

¿Cuándo se hacían el Harakiri los samuráis?

Cuando un samurái veía su vida deshonrada con algún tipo de acto, ya sea un robo, asesinato, CORRUPCIÓN (¿os suena?) y era acusado por un tribunal, la única forma que tenía de limpiar su honor y su gloria era hacerse el harakiri. Una vez que un tribunal dictaba sentencia contra el acusado samurái, a éste se le daba un tiempo para que llevara a cabo el harakiri, si no lo hacía lo ejecutarían y la familia de él sería deshonrada por lo que normalmente no daban lugar a esto.

Si un daimyō  (señor feudal) mandaba a un samurái que estuviera bajo su mandato que se hiciera el harakiri, éste debía acatar las órdenes de su jefe.

Otro caso en el que un samuráis llevaba a cabo éste rito era para evitar que cayera en manos enemigas, antes de eso se quitaban la vida por éste procedimiento.

harakiri daga

El Harakiri paso a paso

En primer lugar y antes de comenzar con el ritual, el individuo que iba a realizarse el Harakiri debía componer un último poema de despedida mientras bebía sake. Una vez hecho esto, el individuo se ponía de rodillas, se abría el kimono y ponía las mangas del kimono debajo de las rodillas, para evitar que cuando su cuerpo muriera se cayera hacia atrás de forma indecorosa (y ahora después os contaré lo que les hacían a las mujeres, algo parecido pero más fuerte).

Una vez estaban en la posición, cogían la daga conocida como tantō (de unos 20-30 cm) y la envolvían en papel de arroz para que la sangre no chorrease por sus manos al clavársela.

El tantō se clava en el lado izquierdo del abdomen con el filo enfocando hacia la derecha, una vez introducido se corta el abdomen hacia el lado derecho. Cuando se haya cortado la línea horizontal hay que volver al centro del abdomen y ahí cortar hacia arriba hasta llegar casi al esternón.

El Harakiri es muy doloroso y la muerte no es precisamente rápida. Puede llegar a tardar unas horas incluso con el paquete intestinal por fuera. Aquí es donde aparece la figura del kaishaku, que es lo que podríamos definir como el ayudante del que se está practicando el Harakiri. Normalmente era gente de su confianza, amigos o familiares cuya función era la de permanecer al lado del samurái y cuando éste le diera la orden lo decapitara para acabar así su agonía. Todos sabemos cómo cortan las catanas.

harakiri kaishaku

Como es normal, no todo el mundo tenía las “agallas” nunca mejor dicho para llegar hasta el final del Harakiri, en ocasiones únicamente hacían el amago de acercarse la daga y esa era la señal para que el kaishaku procediera con su rápida decapitación.

El Harakiri en las mujeres

Las mujeres tenían muchas causas por las que podían practicarse el harakiri. Imaginad todas las que os he comentado anteriormente más las de: seguir a su marido en la muerte, seguir a su señor tras su muerte, etc..

Realmente lo que hacían las mujeres no era Harakiri, ellas no se cortan el abdomen sino que se hacían un corte en el cuello seccionando la arteria carótida.

Pero ahora viene lo curioso. Antes os comentaba que los samuráis se ponían las mangas del kimono debajo de las rodillas para no caer hacia atrás. Pues a las mujeres se les ataban las rodillas, muslos o tobillos para que al morir no se les abrieran las piernas, ya que eso también era una deshonra.

Aunque en Japón el harakiri fue prohibido en 1873 como pena judicial, aún hoy en día hay gente que sigue haciéndolo a modo de denuncia ante algo.

Espero que os haya gustado la explicación sobre una de las curiosidades del mundo Japonés.

Un saludo, La vida cotidiana.