Ciencia

El «rayo de la muerte» de Arquímedes

¿Creó Arquímedes un “rayo de la muerte”?

Hemos escuchado muchas cosas de este genio del pasado. Sus innovaciones y teorías se conocen hoy en día y se siguen aplicando con verdadero éxito en varios campos de la física. Sin embargo, también desarrolló otros “artefactos” no tan conocidos. Es el caso del rayo de Arquímedes. ¿Verdad o mito?

Si tuviéramos que definir con una palabra a Arquímedes de Siracusa no nos quedaríamos cortos al utilizar el término “genio”. Había muchos campos que le interesaban y los estudió a conciencia. Por eso, cuando le preguntaban: “Tú, ¿a qué te dedicas? El decía sin contemplaciones:

Soy:

  • Matemático
  • Astrónomo
  • Inventor
  • Ingeniero
  • Físico.

Y todo eso, más o menos por el 287 a. C. ¡Vaaaaya!

Y como siempre, alguien la tuvo que liar y asesinarlo. En este caso fue un soldado romano, que decidió que no debía continuar inventando y desarrollando teorías (quien sabe cómo sería el mundo ahora si hubiese vivido unos cuantos años más).

Y eso que se les ordenó terminantemente que no se le tocase…

muerte de Arquímedes
Este romano decidió que Arquímedes no debía seguir inventando cosas…

Algunos descubrimientos, curiosidades e invenciones interesantes

Sí, amigos, aquí estaría incluido el rayo de la muerte de Arquímedes, que ahora comentaremos. Sin embargo, no fue eso lo único que pudo haber creado lleno de potencial y con gran aplicación bélica.

La corona dorada

Pongámonos en situación con esta historia retocada por la vida cotidiana, pero que no se aleja de lo que pudo ser realmente.

Herón II, un personaje bastante inadecuado que gobernó en Siracusa en el 265 a. C. mandó construir, con aires de grandeza, una corona que reflejara todo su poderío. Sin embargo, este hombre, que no se fiaba ni de su sombra decidió comprobar si dicha corona era realmente de oro o le habían añadido algunos materiales menos nobles.

No querían que le diesen gato por liebre así que decidió llamar a Arquímedes.

Entre vueltas y vueltas de cabeza, un día, al estar tomando un baño, vio como al introducir su cuerpo en el agua, ésta se salía de la bañera, por lo que inmediatamente le surgió la idea (como al doctor House) que solucionaría esta incógnita.

Arquímedes y la bañera

Tal fue su emoción que corrió sin pensarlo a la calle, con el descuido de no haberse vestido antes.

De ahí la mítica frase de “Eureka”.

Bueno, ya puestos a desmentir y desmitificar, no sabemos a ciencia cierta si esto es verdad.

Todo lo de la corona de oro y Herón II no queda relatado en los escritos por lo que no se puede constatar su veracidad. Además, con lo que sabemos de física hoy en día, sería muy difícil calcular con cierta exactitud el agua desplazada.

El tornillo de Arquímedes

Este invento sirvió para hacer llegar agua a zonas complicadas. Sin embargo, no fue originado con tal fin.

Por aquella época se construyó en Siracusa un barco gigante, con capacidad, cuentan, para hasta 600 personas. Tal inmensidad constructiva presentaba algunos defectos, como introducir agua en una parte del barco.

Arquímedes desarrolló su tornillo para extraer dicha agua y evitar así poner en compromiso la flotabilidad del barco.

tornillo de Arquímedes

La garra de Arquímedes

Ya pasamos al tema bélico. En este caso con la garra de Arquímedes. Siracusa estaba sitiada por los romanos, así que para defender su ciudad, Arquímedes desarrolló una especie de gancho gigante que se adhería al barco. Mediante un sistema de poleas y cadenas y tirado por animales, se conseguía levantar el navío hasta el punto de conseguir que volcase o quedase dañado.

Este ingenio permitió alargar la defensa de la ciudad, aunque cayó finalmente 8 meses después.

El «rayo de la muerte»

Y por fin llegamos a la parte originaria de este artículo. El rayo de la muerte.

Otro sistema de defensa con aplicaciones exclusivamente bélicas para defenderse de ataques.

¿En qué consiste realmente dicho rayo? En aquella época no se conocía la física del láser, los fotones o la electricidad, así que había que recurrir a cosas “más arcaicas”

Según dicen, Arquímedes concentró el potencial de los espejos (de una manera distinta al de los chulos de gimnasio), situados estratégicamente, para crear un potente foco de calor que fuese capaz de dañar materiales medianamente ligeros.

En plena defensa de la ciudad de Siracusa, este rayo de calor permitía enfocar toda su energía sobre los barcos e incendiarlos.

rayo de Arquímedes ilustración

Vale, ¿mito o realidad?

No hay muchos escritos de la época que mencionen este sistema de defensa. Más bien son escritos tardíos.

Físicamente es posible, pero se desconoce el potencial para conseguir calentar la madera hasta incendiarla. Con la concentración de un gran número de escudos de bronce se conseguiría aumentar bastante la temperatura, como si de un horno solar se tratase.

Veamos qué experimentos se han realizado para corroborar y decidir si esta técnica fue mito o realidad.

1973

Un investigador griego dispuso 70 espejos con una cubierta de bronce y bastante grandes para la época antigua, 1,5 x 1 m, de forma que consiguiesen crear un rayo que apuntaba a una estructura de madera que simulase ser un barco romano. Éste ardió en pocos segundos.

Sin embargo, estaba recubierto de betún, por lo que era bastante inflamable y pudo potenciar el incendio.

2005

En este caso nos tenemos que ir a Estados Unidos, donde en el Instituto Tecnológico de Massachusetts se llevó a cabo el mismo experimento pero usando 127 espejos de 30 cm x 30 cm (algo más factible para la época). Sin embargo los resultados fueron algo diferentes.

Había que estar cerca de 10 minutos apuntando al barco, que debía estar inmóvil, para conseguir que se produjese un incendio. Además, el cielo era importante, ya que no podía haber nubes bloqueando los rayos de Sol.

Siendo así, el experimento era factible, pero se presentaban algunas variables (el tiempo, el clima, etc.) que no eran de mucha aplicación en plena batalla.

Entonces, ¿mito o verdad? Las dos cosas. Como hemos dicho, se puede conseguir arder la madera con este rayo, pero se necesitan muchos espejos, el tamaño importa mucho, el enemigo ha de estar inmóvil (cosa que no ocurre) y no puede estar nublado. Parece que se presentan muchas dificultades.

Un saludo. La vida cotidiana.