Los anacardos y su curioso fruto

Seguimos preguntándonos cómo son las plantas de frutos que nos rodean en nuestra vida cotidiana pero que muchísima gente desconoce. Hoy es el turno de los anacardos, ese rico fruto seco que muchos españoles comen y que a la vez desconocen su procedencia.

En anteriores post ya hemos visto de dónde proceden las piñas, cómo es la planta del kiwi y cómo es un pistachero, curiosos frutos que al igual que el anacardo no son muy comunes por esta zona y por lo tanto son poco conocidos.

Pero al preguntarme cómo era el fruto del anacardo y buscarlo, la verdad es que no me esperaba lo que he encontrado y creo que a vosotros también os va a sorprender, ya que es cuanto menos curioso.

¿De dónde proceden los anacardos?

El anacardo es como vulgarmente conocemos en España al Anacardium occidentale, aunque en otros países se les conoce como merey, marañón o cajú, siendo este último como se le conoce en su país de origen, Brasil.

En esta ocasión sí que se trata de un árbol de hoja perenne que puede alcanzar unos 6 o 7 metros de altura. Y aquí viene lo “diferente” de este árbol. Ahora recordad los anacardos salados que nos comemos de vez en cuando y veréis qué parte del fruto es la que nos comemos.

Frutos anacardos

Lo que hace peculiar a este árbol es que su fruto está dividido en dos partes: un pseudofruto y la nuez.

El pseudofruto posee un color amarillento o anaranjado y bajo él se encuentra el “verdadero fruto” con forma arriñonada, que es la parte más codiciada de las dos (aunque con el pseudofruto se fabrican mermeladas y diversas cosas, no es muy comercial).

Esta nuez o “verdadero fruto” para que llegue a su conocida forma de fruto seco ha de ser pelado ya que la cáscara posee un aceite tóxico, y aun así se tuesta para que no quede ningún tipo de rastro de este aceite. Nunca se ha de comer crudo.

Bueno creo que más o menos hemos visto la curiosa forma del fruto del anacardo, quedaos con lo importante: pseudofruto, fruto verdadero con cáscara tóxica y que se ha de eliminar, tostar… un poco de sal y ¡para dentro!

Ah, cuidado con las cantidades de anacardos que comemos, ya que son bastante calóricos y una vez que empiezas no puedes parar de comerlos, y no es por presionar pero la operación biquini está a la vuelta de la esquina.