Los peligros de las bombillas de bajo consumo
Algo tan cotidiano como son las bombillas de bajo consumo, no te puedes llegar a imaginar lo peligrosas que son. Hoy en la vida cotidiana vamos a explicaros por qué son tan peligrosas y los cuidados que hay que tener con ellas.
Como sabéis, el 1 de septiembre entró en vigor una nueva directiva (2009/125/CE) de la Unión Europea por la cual se han dejado de fabricar las tradicionales bombillas incandescentes, para en su defecto, fabricar bombillas de bajo consumo.
Visto así parece que es algo bien hecho, algo para intentar ayudar al medio ambiente, al ser humano, a bajar nuestro consumo eléctrico… pero no todo es tan bonito como parece ya que estas bombillas de bajo consumo tienen un potencial veneno en su interior que de ser inhalado por el ser humano puede acarrear gravísimas consecuencias. Este veneno no es otro que el MERCURIO y en la vida cotidiana vamos a profundizar un poco en este tema.
Como fieles lectores de La vida cotidiana que sois o espero seáis, sabéis que hace un tiempo hablábamos sobre la obsolescencia programada de las bombillas, un tema muy interesante y que no mucha gente conoce. Por eso no vamos a hablar del tema en este post pero os recuerdo el otro.
¿Cuál es la composición de las bombillas de bajo consumo?
El plástico, el vidrio y los circuitos representan el 86% de los materiales utilizados en estas bombillas. EL 14% restante está compuesto por metales como el plomo ,zinc, hierro, níquel, cobre, aluminio y algunos materiales de gran rareza y dificultad de obtención como el Erbio, Terbio, Europio o Yterbio.
Los componentes más peligrosos en la composición de estas bombillas son el plomo (limitado a un 0,2% por ley) y el mercurio (limitado a 5 mg por ley en un principio y se redujo a 3,5 mg en 2012).
¿Cómo de peligrosas son estas bombillas de bajo consumo?
No os alarméis, no porque tengáis una bombilla de bajo consumo a vuestro lado ahora mismo va a significar que estéis en peligro.
El mercurio está en el interior de estas bombillas y no va a salir al exterior por sí solo mientras se utiliza… hasta aquí sin problemas. El verdadero peligro aparece cuando una de estas bombillas se rompe (accidente, etc ), liberando así el mercurio hacia el exterior pudiendo ser inhalado por nosotros.
Si en casa o cualquier lugar se rompiera una de estas bombillas debemos seguir un protocolo para evitar contaminarnos:
- Nada mas romperse la bombilla, evitar respirar en la habitación. Abrir las ventanas un rato y evacuar a toda la gente que esté allí presente.
- Una vez ventilada la estancia donde ocurra el accidente, vamos recoger los restos de la bombilla con una toallita, un periódico o un trozo de cartón. En ningún caso vamos a recogerlos con escoba o aspiradora.
- Llevar estos restos a un punto limpio, específico para fluorescentes donde se encargaran de su reciclaje.
¿Cómo nos contaminamos con mercurio?
Como sabéis, existen diferentes vías de entrada a nuestro organismo: a través de la piel, de las mucosas, por inhalación, por ingestión, etc.
El caso del mercurio es muy curioso, ya que si lo ingerimos, nuestro sistema digestivo no va a alterarlo ni absorberlo, por lo que va a pasar por nuestro organismo sin pena ni gloria. Tal como entra va a salir, por lo que podemos decir que el mercurio por vía digestiva no va a ser tóxico.
Es más, mi profesor de toxicología de la universidad nos contó que en las minas de mercurio los mineros se sacaban unos sobresueldos de una manera poco ética y os reto a que la adivinéis… venga intenta pensarlo y ya veras como no lo aciertas. Lo que hacían estos mineros era… ¡¡comerse el mercurio!! Sí si… estaban picando y de vez en cuando… se comían la piedra con el mineral y al llegar a casa lo excretaban inalterado y lo vendían. Increíble ¿eh?.
Volvamos al tema…
La vía más peligrosa de entrada del mercurio es la inhalatoria, ya que una vez que entra no tiene forma de salir. Nuestro organismo no tiene la capacidad de excretarlo, por lo que se va acumulando durante toda nuestra vida y esto puede provocarnos numerosas patologías. Obviamente va a depender de la cantidad que inhalemos, como siempre se ha dicho… la diferencia entre un medicamento y un veneno es la dosis.
Pero imaginad que se os rompen varias bombillas de bajo consumo, no es tan difícil que os pase a lo largo de vuestra vida… pues ese mercurio que inhalaréis se quedará ahí perenne.
La verdad es que hablando de esta imposibilidad del organismo de eliminar el mercurio me he acordado de la problemática que hay con las pangas, el consumo de carne de delfín y en general todos los peces que están en la cúspide de la cadena alimentaria del mar… algún día le dedicaremos un post a este proceso que es conocido como biomagnificación.
¿Cuáles son los síntomas de una exposición al mercurio?
Sus vapores van a penetrar fácilmente la barrera hematoencefálica por lo que va provocar trastornos neurológicos y de comportamiento. Algunos de estos síntomas serían dolores de cabeza, pérdida de memoria, insomnio, temblores, etc.
También se han detectado algunos efectos en el riñón y tiroides, incluso en altas concentraciones puede provocar la muerte.
Bueno, espero que tras este “coñazo” de palabras, os haya quedado claro las precauciones que debéis tener para poder evitar los peligros de las bombillas de bajo consumo.
Un saludo, la vida cotidiana.