¿Por qué el agua apaga el fuego?
¡Pero qué estupidez de pregunta! El agua apaga el fuego y punto, no hay más.
Pues no, cotidiano. Todo en esta vida tiene explicación (y si no la tiene, es porque aún no la conocemos) y el agua consigue apagar una llamarada por alguna razón concreta. En este caso, nos tenemos que acercar a la química para conocer la respuesta.
La estrecha relación entre el fuego y el oxígeno
Seguramente, en los ensayos y simulacros que se suelen (o deben) hacerse a la hora de evacuar un edificio, se sugiere la idea de cerrar todas las ventanas o salidas al exterior. ¿Por qué? Muy simple. Lo que se busca es intentar que entre la menor cantidad de oxígeno posible al interior del edificio. ¿Conoces el fin?
Pues es fácil. El fuego se ha de alimentar constantemente de oxígeno. Por eso, si realizas el experimento de contener con una campana de cristal una vela encendida, en cuanto se acabe el oxígeno, la vela se apaga. Por ello, en un edificio, cuanto menos oxígeno tenga, menos se avivarán las llamas y más fácil se podrá controlar el incendio por parte de los bomberos.
Para que un fuego se inicie debe haber tanto oxígeno como calor. En invierno, como sabrás, cuesta más encender una cerilla o un mechero, y es porque la temperatura es mucho más baja que en verano, donde la cerilla se enciende casi con mirarla.
Cuanto más calor haya, más fuego habrá y más oxígeno necesitará. Es algo así como el pez que se muerde la cola.
+ temperatura, + fuego, + consumo de oxígeno
Ahora bien, tenemos que diferenciar los materiales combustibles y los materiales incombustibles. El agua, por ejemplo, es un elemento incombustible que nunca arderá. Como no puede incendiarse, lo que hace es «robar calor» del fuego. Al hacerlo, se produce un cambio de estado, de líquido a gas.
Tirando de la química…
Si empezamos a recordar un poco de química, cuando un elemento pasa de estado líquido a estado gaseoso, necesita energía para hacerlo. Dicha energía la obtiene en forma de calor, por lo que está alterando la fórmula que hemos creado antes:
– temperatura, – fuego, – consumo de oxígeno
El combustible (ya sea madera, plástico, gas, etc.) reacciona más lentamente con el oxígeno, por lo que el fuego, en lugar de avivarse, se va perdiendo poco a poco. Según la cantidad de agua que se añada, llegará un momento en que para pasar de líquido a gas absorberá todo el calor que el fuego necesita para continuar. El fuego, por tanto, se extinguirá.
El agua, cuanto más pulverizada, mejor
Lo que se busca es facilitar el paso de estado líquido a gas del agua. Cuanto más pequeña sea la gota de agua, más fácil se producirá este cambio de estado, por lo que el agua, si es pulverizada, mejor que mejor. Además, una vez esté el fuego apagado, el vapor de agua volverá a estado líquido por condensación y cubrirá todos los materiales combustibles. Al separar el objeto «a arder» del oxígeno con una fina capa de material incombustible (agua, por ejemplo), impide que se pueda originar fuego.
Los distintos tipos de fuego
Un caso también lleno de curiosidades son los distintos tipos de fuego. Bueno, estaría mejor dicho mencionar los distintos orígenes del fuego o clases de incendio, más que tipos de fuego. Vamos a verlos:
CLASE A
Aquellos fuegos que se alimentan de materiales sólidos. Su combustión origina brasas. Son los más comunes.
CLASE B
Los incendios originados por combustibles líquidos. Podemos mencionar la gasolina, la pintura, las ceras, los plásticos, etc.
CLASE C
La clase C contempla los incendios originados por instalaciones eléctricas. Un chispazo o cualquier equipo eléctrico que origina el fuego. Aunque luego se propague y pase a CLASE A, si el equipo eléctrico continúa funcionando, no se debe extinguir el incendio con agua.
CLASE D
La última clase para catalogar los tipos de incendio en Europa son aquellos que se originan por metales combustibles. Por ejemplo, el magnesio, el potasio, el sodio, etc.
Los norteamericanos, que son más chulos que nosotros (que duda cabe), suman una clase más, los de CLASE K. Son aquellos tipos de incendio que contienen grandes cantidades de aceites y lubricantes. Si lo piensas bien, sería una especie de subtipo de la CLASE B, anteriormente mencionada.
Y por si fuera poco, los Australianos añaden la CLASE E (aquellos incendios que implican gases), CLASE K (aceites de cocinar) y CLASE F (de origen radiactivo). Este último no viene mal contemplarlo, tal cual está el sistema energético actual.
¡Y esa es nuestra historia!
Un saludo. La vida cotidiana.